Un agrónomo-genetista fuera de lo común
Este año se recuerda el 150° aniversario del nacimiento de Nazareno Strampelli, genial agrónomo y genetista que en los primeros cuarenta años del siglo pasado dio vida a una “revolución verde” italiana desde su cuartel general de Rieti (la Regia Stazione di Granicoltura hoy parte del Consiglio per la ricerca in agricoltura e l’analisi dell’economia agraria, CREA). La Municipalidad de Rieti y el Archivio di Stato de Rieti (Ministero dei beni e delle attività culturali e del turismo, MIBAC) con la colaboración de numerosas instituciones, como el Fondo Ambiente Italiano (FAI), han organizado una serie de iniciativas para recordar a un científico reconocido en todo el mundo.
Strampelli logró un aumento espectacular de la producción de trigo (de 10 quintales por hectárea en el período 1910-13 se pasó a 14 quintales en los años 1930-33) a través del cruzamiento de especies, formas y variedades existentes para obtener híbridos que debían responder a elevada productividad, resistencia a enfermedades y porte bajo de las plantas para evitar el encame del cereal por efecto de lluvias o vientos y la consecuente pérdida de espigas. Y si esto hoy nos parece muy normal, en esa época la técnica del cruzamiento con el objetivos de fijar en las nuevas variedades caracteres genéticos de interés fue ferozmente criticada por los científicos del momento. Se prefería la tradicional selección masal, que consiste en elegir dentro de una población de plantas las mejores o las que se acerquen más a las características deseadas, selección que no es otra cosa que lo que siempre hicieron intuitivamente los agricultores a partir de la domesticación de plantas en la Medialuna Fertil (10.000-13.000 años atrás).
La ocasión de oro para que Strampelli demostrase la eficacia de su trabajo fue la “batalla del trigo” lanzada por Mussolini en 1925 para reducir el volumen de las importarciones de cereal. En ese entonces Strampelli ya había creado un buen numero de variedades muy productivas y resistentes que si bien estaban en fase de experimentación pudieron, de ahí en más, ser cultivadas a lo largo y a lo ancho del territorio italiano y también en otros países (territorios que en muchos casos ya habían recibido una nutrida migración italiana). El evidente aumento de la producción del cereal básico de la alimentación mediterránea fue un hecho oportunamente usado y vehiculado mediáticamente por el fascismo para exhibir progresos concretos. No sorprende entonces que las nuevas variedades se bautizaran con nombres evocativos como “Edda”, “Balilla” o “Littorio”; que Mussolini visitara a Strampelli en su instituto de Rieti con una cierta asiduidad y que al alba de la segunda guerra en el 90% de la superficie cultivada con trigo en Italia se emplearan variedades creadas por Strampelli.
A distancia de los años che nos separan del fascismo, la relación de Strampelli con las fuerzas de gobierno se puede considerar bastante aséptica. El fue un científico-obrero en todo sentido: pasaba gran parte de su tiempo en las parcelas y no quería terminar enredado en cuestiones políticas. Se inscribió en el partido porque Mussolini en persona se lo impuso como condición para darle la gestión técnica de la “batalla del grano”. Rechazó el nombramiento a Senador del Reino porque con elegancia se declaró inepto ya que sus características eran “absolutamente negativas”, como el mismo escribe. Aún siendo un personaje público y profundo conocedor de las leyes de genética, no firmó las leyes raciales que se aplicaron en Italia a partir de 1938.
Como los verdaderamente grandes, fue persona humilde y generosa. Se ocupó de problemas sociales y de la emergencia creada por el terremoto de la Marsica (1915). Nunca quiso patentar sus variedades de trigo, de haberlo hecho se hubiese convertido en persona riquísima gracias a las royalties, por lo contrario su testamento se abre con la descripción de la hipoteca que pesa sobre su casa. Tuvo poquísimo tiempo para escribir, él mismo lo explica (1932): “E il tempo a me è mancato di fare tante cose che pure avrei voluto veder compiute. Le mie pubblicazioni, quelle a cui tengo veramente, sono i miei grani. Non conta se essi portano il mio nome; ma ad essi è e resta affidata la modesta opera mia”.
Afectuosa y decisiva fue su relación con Carlotta Parisani (descendiente de Luciano Bonaparte), esposa amada que, además, fue su más fiel y eficaz colaboradora en el laboratorio y en el campo. A ella dedicó una de sus variedades de trigo más conocidas (“Carlotta”) y quien, a su vez, recomendaba amablemente al marido, ya famoso, que cuidase su salud (…”Ora non puoi dirmi che costa troppo, perché hai per curarti, ed è obbligo, dovere e necessario che curi e mantieni la tua salute più a lungo, e meglio che puoi”…) o bien le pide que mire las vidrieras de Roma para anotar los precios de los pantalones que necesitaba el hijo Benedetto (que más tarde se convertiría en un célebre oftalmólogo).
Los consejos a propósito de la variedad “Carlotta” cultivada entonces en nuestra provincia de La Pampa definen la absoluta honestidad intelectual de este hombre. Escribe Strampelli: “No obstante el buen resultado obtenido este año es oportuno no ilusionarse porque juzgo a la variedad Carlotta Strampelli non apta a la región de La Pampa”.
Nazareno Strampelli, desde Rieti, concibió y dio vida a estructuras técnico-científicas que permitieron el mejoramiento genético de varias especies destinadas a la alimentación y a la industria a partir del Istituto Nazionale di Genetica per la Cerealicoltura de Roma con estaciones experimentales en Foggia, Cagliari, Badia Polesine, S.Michele all’Adige, Montagnana, etc. La mayor parte de estas instituciones hoy son parte del CREA.
Strampelli murió en Roma el 23 de enero de 1942, un año antes que Nicolaj Vavilov (en Rusia el 26 de enero de 1943), otro estudioso extraordinario que visitó la Argentina, país inmenso y lejano para ambos.
Nazareno Strampelli y la Argentina
Strampelli tuvo una intensa interacción con el mundo agrónomico argentino pero por sobre todo sintió una fuerte fascinación por nuestro país (“…ebbene questa grande visione ch’io ho della vita s’è allargata qui senza limite in forme che mi sbalordiscono…”) no obstante una situación poco transparente creada por un personaje local que pretendía representar en exclusividad las variedades de Strampelli. De este malentendido Strampelli pudo finalmente deshacerse y nunca quiso comentarlo.
Los contactos con el ambiente agrario argentino empezaron en 1919 y finalmente en 1922 Strampelli viajó a La Argentina invitado por el gobierno para estudiar la politica cerealícola. La acogida fue impresionante, los diarios se ocuparon abundantemente, la prensa lo consideraba un personaje.
Strampelli viajó por las provincias de la pampa argentina, feliz de dejar atrás las ceremonias excesivas de la capital. Fundamental fue en ese período la presencia a su lado del Ing. Agr. Roberto Godoy, considerado entonces uno de los mayores expertos argentinos en cerealicultura. Godoy habia visitado Rieti, apreciaba y conocía muy bien el trabajo de Strampelli.
En ese momento el problema argentino, y también el italiano, era aumentar la productividad por unidad de superficie y la producción global nacional. Ello era indispensable para aumentar las exportaciones de nuestro país mientras que para Italia era el modo para disminuir las importaciones. Las variedades de Strampelli fueron elementos decisivos en la “batalla del trigo” pero nunca se llegó en Italia a la autonomía completa. Es por ello que, en cambio de su trabajo técnico de consultoría en el campo de la cerealicultura en Argentina, Strampelli pidió (y obtuvo) que el gobierno argentino concediese a Italia condiciones favorables para la importación de trigo producido en nuestro país.
A su retorno en Italia Strampelli subrayó que no existían en Argentina campos experimentales y demostrativos y consideraba que ello era un problema para los campesinos italianos que migraban hacia nuestro país. Sostenía que los agentes consulares que administraban los movimientos migratorios eran incapaces de orientar adecuadamente a los italianos en lo que se refiere a las áreas argentinas que más semejaban a sus lugares de origen. Era necesario, decía Strampelli, que los agrónomos argentinos colaboraran localmente en este proceso dando indicaciones precisas a los que querían radicarse. En esta preocupación emerge no sólo una visión integral de la cuestión, con todos los aspectos socio-económicos del caso, sino también toda la humanidad de la que el hombre era capaz.
La memoria
Muchos se han ocupado de mantener la memoria de la vida y obra de Nazareno Strampelli y de conservar sus lugares y objetos. La Regia Stazione di Granicoltura de Rieti (hoy parte del CREA) es un sitio que puede hacer comprender muy bien el mundo y la pasión de Strampelli. Entre los numerosos e interesantes objetos e instrumentos presentes en el instituto se evidencian las 3.000 ampollas en las que se conservan las variedades de trigo creadas en el período 1904-1940. Esta es, casi ciertamente, la primera colección de germoplasma constituída en Italia.
El Archivio di Stato de Rieti (MIBAC) a través de su director, Roberto Lorenzetti, es el orgulloso depositario di valiosos documentos que han sido catalogados y ordenados minuciosamente y puestos a disposición del público.