Nurit Oliszewski

Existen distintas teorías sobre el origen del maíz en América pero, para el caso del noroeste de Argentina (NOA), toda la evidencia corresponde inequívocamente a Zea mays es decir a la planta doméstica. Esto deja a la región al margen de las discusiones acerca de los procesos de domesticación de esta especie. Sin embargo, es interesante evaluar cuándo comenzó a ser manipulado y con qué objetivo.

Una síntesis del desarrollo prehispánico muestra que en el NOA las ocupaciones humanas más antiguas fueron registradas hacia 9.000 años a.C. tratándose de grupos cazadores-recolectores cuyo modo de vida persistió de forma exclusiva hasta hace 4000 años. El intervalo que comprende desde 2000 a.C. hasta los inicios de la Era Cristiana ha sido definido como una época de transición entre una economía cazadora-recolectora y una economía agro-pastoril. Durante el 1º milenio de la Era Cristiana florecieron las comunidades aldeanas. Hacia el final del 1º milenio se observa una aceleración del proceso de desigualdad sociopolítica que se verá cristalizado durante el 2º milenio de la Era Cristiana en núcleos residenciales de arquitectura semiurbana.

Respecto al maíz los primeros registros en el NOA corresponden a microfósiles (fitolitos y gránulos de almidón) provenientes de artefactos de molienda de sitios de la Puna y asociados a fechados de entre 3000 y 2600 a.C. Las evidencias más tempranas de macrorrestos conocidas hasta el momento fueron datadas entre 100 a.C. y 100 d.C.

El área donde investigo desde hace quince años, junto a otros investigadores y becarios del Consejo Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de las Universidades Nacionales de Tucumán (UNT) y Córdoba (UNC), es la Quebrada de Los Corrales (QDLC) situada en El Infiernillo (Tucumán) por encima de los 3.000 msnm en las sierras del NOA. Los trabajos de investigación desarrollados hasta el momento permitieron identificar diversos tipos de evidencias arqueológicas correspondientes a distintos momentos de ocupaciones humanas que se iniciaron hacia 6650 a.C. y concluyeron a mediados del segundo milenio hacia 1350 años d.C. De particular interés es el período que se extiende entre 2000 a.C. y los inicios de la Era Cristiana, correspondiente a la transición entre grupos cazadores y grupos productores de alimentos. Hemos propuesto la ocurrencia en QDLC de un proceso transicional local que llevó paulatinamente a grupos cazadores-recolectores móviles a constituirse como una aldea agro-pastoril que tuvo su auge entre 150 y 550 d.C.

En el sitio TPV1 que ha sido definido como una base residencial del intervalo transicional, hacia 1800-1500 a.C., se llevaron a cabo actividades domésticas y también prácticas funerarias consistentes en cremaciones acompañadas de elementos diversos como cuentas de collar y alimentos de origen vegetal como granos de quínoa (pseudocereal doméstico típico del área Andina). Entre los últimos se encontraron además algunos fragmentos carbonizados que, por su textura y estructura, parecían corresponder a fragmentos de granos de maíz. Mediante un abordaje múltiple que incluyó análisis macro y microscópicos así como también una datación directa de Carbono14C-AMS se pudo identificar a todos los especímenes como fragmentos de granos de Zea mays L. Fueron determinantes en la identificación la textura brillosa debido al alto contenido en azúcares que caracteriza a los granos de esta planta, la estructura interna porosa y con oquedades y el patrón de fracturación curvo (caracteres macroscópicos) y la presencia de gránulos de almidón y fitolitos diagnósticos de la especie (caracteres microscópicos). La datación arrojó un resultado de 1500 a.C. lo cual lo convierte en el hallazgo más temprano para Argentina en lo que a macrorrestos se refiere.

La importancia de este hallazgo, más allá de su antigüedad, radica en que proviene de un contexto funerario de cremación donde los granos de maíz junto con los de quínoa habrían sido depositados como ofrendas o como acompañamiento de los muertos.

El maíz muestra una larga trayectoria en la Quebrada de Los Corrales (Tucumán) ya que acompañó el devenir de las ocupaciones durante la etapa agro-pastoril desde 150 y hasta 1450 d.C. ya no sólo como elemento ritual, sino como alimento principal que incluso se cultivó en el lugar a tres mil metros sobre el nivel del mar. De este modo se convirtió en la planta alimenticia emblema del área andina. En la actualidad es parte fundamental de las tradiciones de los habitantes del NOA, las raíces de este fenómeno debemos buscarlas miles de años atrás.

A la izquierda, excavación de la base residencial TPV1 (1800-1500 a.C.). A la derecha arriba, macrorresto de maíz. A la derecha abajo microrresto de maíz.

El trabajo de identificación de los especímenes fue realizado en conjunto entre Nurit Oliszewski, Rocío Molar, Guillermo Arreguez, Julieta Carrizo y Jorge Martínez y publicado en la Revista Darwiniana 7(1) bajo el título “Identificación macro y microscópica de granos de Zea mays (Poaceae) en contextos prehispánicos tempranos de la Quebrada de Los Corrales (Tucumán, Argentina)”.

Tucumán, Argentina, 30 de enero de 2020