Cuando Beppo Levi tenía que tomar exámenes en la Universidad prefería dejar de lado el tradicional bolillero para invitar a sus alumnos a desarrollar sobre el pizarrón el tema con el que se sintieran más cómodos. Es que además estaba convencido que en lugar de proponer a los estudiantes que expusieran los contenidos, había que dejarlos formular preguntas: era la manera más directa de saber cuánto conocían de la disciplina. Beppo Levi llegó a Rosario en 1939, cuando el régimen de Mussolini lo dejó cesante de la Universidad de Bologna y debe abandonar su Italia natal. Un hombre que maravilló con sus aportes a la comunidad científica y es considerado el Padre de la Matemática en Rosario.

Tenía 64 años cuando llegó a la ciudad. Hasta los 86 años trabajó como docente, investigador y divulgador de la ciencia que abrazó desde muy joven: la matemática. Quienes repasan su historia, coinciden que ante todo fue un noble humanista y excepcional científico.

Para los ciudadanos rosarinos de cierta edad, todavía está latente la imagen de un señor muy bajito, ya anciano, munido de un portafolios descomunal, que viajaba en el tranvía Nº 6 (hoy línea 144). Muchas veces lo tenían que ayudar a ascender por su baja estatura. Y como el tranvía solía venir atestado, no era infrecuente que tuviera que ir literalmente colgado en el estribo“, escribió el profesor de la UNR Pedro Marangunic en una nota de opinión publicada en 2014 en este Suplemento. En esos días, la Facultad de Ingeniería le rendía un homenaje al cumplirse 53 años de su fallecimiento.

Beppo Levi nació en Turín en 1875, y muy joven, cuando apenas tenía 21 años se doctoró en matemática. Fue uno de los matemáticos más destacados de Italia y sus investigaciones eran conocidas en todo el mundo. Ese contacto previo, a través de sus trabajos, hizo que en 1938 fuera invitado por el entonces decano de Ingeniería, el ingeniero Cortés Plá, a enseñar en Rosario y seguir aportando con sus investigaciones. En tiempos de la guerra, para Levi era además una oportunidad de vida para él y su familia.

Con su llegada —repasa Marangunic— se crea el Instituto de Matemática, donde también enseñó otro visionario de esta ciencia, el doctor Luis Santaló, un catalán perseguido por el franquismo. Levi dio clases en Ingeniería y en el profesorado del actual Instituto Olga Cossettini, que antes funcionaba en el Normal Nº 1. Además de ejercer la docencia, estimuló la divulgación de la matemática en revistas especializadas.

Beppo Levi falleció en 1961, sus restos están en el cementerio Israelita de Rosario. Y una calle de Rosario lo recuerda con su nombre.

La foto que acompaña esta nota ilustra la tapa del libro “Beppo Levi Italia- Argentina en la vida de un matemático” (Libros del Zorzal), que escribió su hija Laura Levi.

FUENTE: Diario La Capital. Artículo del 1 de abril de 2017.